Compartiendo el pan de vida

Escrito el 07/12/2015 - 6:19pm Por Carlos Hernández Zamora

 

Compartiendo el pan de vida.

Compartiendo el pan de vida.

El país estaba en una situación crítica. La comida escaseaba. Los habitantes estaban muriendo de hambre y esperaban lo peor, pero dos leprosos, se propusieron encaminarse al campo del enemigo. Pensaban en que aun siendo esclavos, tendrían al menos un poco de alimentación. Con esta intención fueron avanzando con bastante cautela y llegaron a los umbrales de la ciudad. A su paso observaban, objetos de oro y plata que se encontraban por todas las calles, también encontraron deliciosos banquetes en las casas abandonadas. Pronto se dieron cuenta que estaban solos. El enemigo había huido como consecuencia del temor a Jehová de los Ejércitos. Con bastante emoción empezaron a comer aquellos deliciosos manjares. De repente uno de ellos exclamó: «No es justo que nosotros estemos acá disfrutando de la abundancia de comida, mientras nuestros hermanos están muriendo de hambre. Así que volvieron a su lugar y comunicaron el mensaje. Gracias a ellos, el pueblo pudo seguir viviendo.

La importancia de la comunicación fue una proeza muy valiosa para estos leprosos. Como cambió el destino de estas personas que estaban destinadas a la muerte. No pensaron en ellos mismos sino que actuaron de inmediato y dieron la buena noticia. La Biblia declara según Efesios 1:02: «El hombre está muerto en delitos y pecados» pero que Dios ha proporcionado una alternativa: ser salvo por medio de la fe en Jesucristo.

Es una necesidad compartir la palabra del Señor con nuestro prójimo pero de una forma sabia. Muchas veces actuamos con una serie de protocolos para comunicar el amor de Dios a la humanidad que nos olvidamos de lo más sencillo: «Jesús te ama y quiere darte una vida nueva».

Cuando voy caminando por las calles, observo tanta gente que necesita escuchar el plan de salvación, pero es difícil conversar con alguien que no tiene el deseo de conocer a Jesucristo. Las personas están tiradas en el suelo de la indiferencia y pasamos cerca de ellas, a veces nos fijamos, pero no queremos hablarles de las buenas nuevas. Somos como los participantes en la parábola del buen samaritano que debido a los escrúpulos raciales no pudieron derribar el muro de la indiferencia.  Hace poco participé en una cruzada evangelista, visitando barrios y colonias marginales de mi ciudad, observando a  gente humilde que vive en situaciones de miseria, pero que tienen un corazón hambriento por conocer quien es Jesús. El mensaje fue tan breve y eficaz que reconocieron su pecado y creyeron en el poder salvador de Dios.

La tarea de comunicar las buenas nuevas hacia la humanidad es una obligación inherente a la misión de un cristiano. El egocentrismo tiene que ser desarraigado y enfocarnos en la compasión por las almas.

El plan de salvación no es un recurso para ser guardado por nosotros. Debemos repartir ese pastel y mostrar a la humanidad que pueden cambiar su destino, que pueden comenzar a construir una nueva vida y comenzar a gozar de todas las promesas divinas.

Los leprosos cumplieron su misión y no dejaron que nadie muriera de hambre. Hay muchas personas que se están muriendo de hambre espiritual y nosotros somos los destinados a cumplir esa misión. Lucas 9:13«Dadles vosotros de comer»

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Acerca del autor

Educador de generaciones, orientado al estudio de la literatura y lenguas extranjeras. Me agrada escribir cuentos y ensayos. Creo en las capacidades de las personas para salir adelante. Analítico en las problemáticas sociales. Constante en el estudio, pues sé que un pueblo educado es un ente libre de la ignorancia. Aficionado a la tecnología, lector activo y participativo de la Biblia. Bloguero de Onda Exclusiva en la sección de «vida cristiana» y «acción social».