El peligro de la prosperidad

Escrito el 09/06/2015 - 9:55pm Por Diego Carrasco

PROSPERIDAD

“En mi prosperidad dije yo: no seré jamás conmovido”. (Salmo 30.6)

Prosperidad, palabra tan de moda en el ámbito evangélico, en ciertos sitios más que en otros. Prosperidad, palabra asociada mayormente al éxito financiero, como una señal de que Dios nos “está bendiciendo”, porque al fin y al cabo, “esa es su voluntad”, aducen aquellos que están experimentando ese tipo de bendiciones…

Prosperidad, palabra asociada por muchos a abundancia, es próspero quien tiene mucho y quien no lo tiene, según ciertos puntos de vista, es quien algo debe estar haciendo mal. Señal de que algo no anda bien en la vida de esa persona…

Pero, ¿habla Dios de prosperidad en su Palabra? ¿Qué nos expresa esa palabra en la Biblia? ¡Dios desea que prosperemos! Lo primero que haremos será conocer la etimología de esta palabra, es decir, su composición y respectivo significado.

Próspero viene del griego, y se compone de: pro: “adelante”, y spei: “esperanza”. Pro-spei significa: “que tiene la esperanza por delante”. También está el vocablo Tsaleai, que significa: “triunfar, prosperar”.

Son dos vocablos que bien podríamos denominarlos sinónimos, y que también encontraremos unas 65 veces en el texto del Antiguo Testamento hebraico, y que también encontraremos por primera vez en el texto de Génesis 24.21, que dice así: “Para saber si Dios le había dado éxito en su viaje o no”. En esta oportunidad, el término nos expresa la idea de algo exitoso, una empresa exitosa, lo contrario a fallida.

Prosperidad, palabra que hace referencia a una serie de hechos históricos, y que fueron realizados por diferentes personas que pusieron de manifiesto su confianza en ese Dios dueño de todo…

Prosperidad, palabra que emociona y estimula, palabra que nos desafía e incomoda, palabra que nos sugiere muchas cosas más… En este post quisiera simplemente alertarnos acerca de los peligros que conlleva semiescondido la palabra prosperidad. Veamos…

1) Primer peligro: Creernos invulnerables. El salmista lo confesó claramente: “En mi prosperidad dije yo, no seré jamás conmovido”. En otras palabras, si David estuviera hoy presente nos diría algo así: “mientras todo me estaba saliendo súper bien, me la creí demasiado”.

David estaba viviendo momentos de mucho éxito en su vida, momentos únicos e inolvidables donde las cosas estaban saliendo muy bien, tal como lo había soñado, pero hubo un punto donde él creyó que todos esos logros lo convertían en alguien que jamás caería. ¿Cuántas personas hay en este mundo que se creen intocables por estar viviendo un tiempo de éxito? Ten cuidado, cuanto más logres más debes someterte a Dios, más atención debes prestar a los pasos que vas dando. Ten cuidado con aquellos que te ofrecen prosperidad a cualquier precio, ¡ten cuidado!

2) Segundo peligro: Medir nuestra prosperidad por lo que hay en nuestros bolsillos. Tenemos que tener presentes que la prosperidad que Dios desea darnos no es exclusiva del área económica, sino que más bien es una prosperidad integral.

El libro 3ª Juan 1.2 nos dice lo siguiente: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. Este texto nos deja ver claramente que la prosperidad que Dios desea para cada uno de sus hijos es una prosperidad integral, es decir, una prosperidad que abarca toda nuestra vida y aquello que tenga que ver con nosotros, y no exclusividad del área económica…

Dios prosperar tu salud, tu familia, tus relaciones interpersonales, tu área laboral, tu ministerio, tu paternidad y/o maternidad, tus sueños, tus metas,… ¡y también tus finanzas! Necesitamos buscar el equilibrio que Dios quiere darle a nuestra vida, para que cuando la prosperidad nos empiece a inundar en todas las facetas de nuestra vida, no nos desborde y terminemos perdiendo aquello que vino para nuestro bien.

3) Tercer peligro: Olvidar la verdadera Fuente de la prosperidad. En el Evangelio de Mateo, capítulo 6.33 se nos dice lo siguiente: “Más buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas os serán añadidas”. Este es un principio que nos habla de un orden, es decir, primero buscar a Dios y su reino, y todo, todo, todo lo que consideremos que nos haga falta, vendrá como una consecuencia. Eso es ser próspero.

El mismo David, en el libro de los Salmos, nos insta a no olvidarnos de ninguno de los beneficios que hemos recibido de Dios (Salmo 103). Otra cosa que no debemos olvidar es meditar en su Palabra, tal como dice en el libro de Josué, para que todo lo que hagamos sea prosperado.

Mi querido amigo, prosperar es un buen deseo y Dios está interesado en que así sea. Pero hay principios, hay un orden que debemos tener presente, y fundamentalmente, buscar que la prosperidad sea de manera integral y solo económica, porque déjame decirte, que eso no es ser próspero.

Termino con esta declaración. “”Mas el que confía en Jehová prosperará” (Pr 28:25). Si podemos aprender a vivir confiando en Dios, entonces con toda seguridad experimentaremos todo tipo de bendiciones sobre nuestras vidas, esa es la verdadera prosperidad.

¡Que tengas un día híper bendecido!

Acerca del autor

Hola, soy Diego Carrasco, vivo en la ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, sur de la Republica Argentina. Pastor de Comunidad de Fé "Más ALTO", Escritor y Conferencista, Acompañante Terapéutico, Profesor de Música y Defensor de la Vida. Casado con Paula y padre de Tomás, Matías, Julieta y Paloma, mis ángeles. Busco constantemente ser una fuente de inspiración para otros.