Vidas Fructíferas 1

Escrito el 17/11/2016 - 12:06pm Por Diego Carrasco

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Pasaje: San Juan 15.1 al 5 – “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

Tenemos que entender que cuando la Biblia habla de dar fruto está haciendo referencia explícita a la clase de vida que cada cristiano debe vivir: Ser productivos en todas las áreas de nuestra vida, ser personas que se desarrollen en aquellas cosas que Dios mismo sembró en nuestro corazón cuando nos formó. Dios quiere y desea fervientemente que nuestra vida familiar sea una vida fructífera, plena, de bendición e inspiración para otros. Dios quiere que en tu trabajo seas fructífero, que puedas crecer en él y por medio de él. Dios anhela que en tus relaciones interpersonales puedas experimentar su bendición también, eso es fructificar, que crezcas, madures y te reproduzcas en lo que haces.

Notemos esto. “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará…” (v.2) ¿Qué significa esto? Que Dios nunca pensó en que tu vida fuera improductiva, una vida de inactividad, una vida opaca, chata, llena de infelicidad, etc. Pero notemos como sigue el proceso… El texto continúa diciendo: “… y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará”. (v.2)

Quiero hablarte de tres niveles de fructificación, que debemos trabajar para ocurran en nuestra vida. Observemos…

a) Primer Nivel: Fruto – Cuando Dios nos formó, nos soñó, nos pensó, fue con la intención de que nuestra vida fuera una vida plena, de gran bendición no solo para nosotros mismos, sino aún para quienes nos rodean. El tema es que, cuando eso no ocurre, no solo no somos bendecidos nosotros sino que quienes están a nuestro alrededor tampoco reciben el impacto de una vida fructífera. Dice el texto que debemos, en otras palabras, llevar fruto.

b) Segundo Nivel: Más Fruto –Para este segundo nivel, el Señor hace algo: Limpieza. Dios necesita limpiar y hacer todos los arreglos necesarios para que nuestra vida sea mejor, para que podamos alcanzar nuevas alturas, entonces comienza a limpiarnos de aquellas cosas, situaciones o personas que nos empujan hacia abajo, que nos tornan improductivos. Nos limpia, pero también nos limpia de una vida de pecado, de error, etc.

Este proceso es necesario para que podamos seguir creciendo. ¿Sabías que no todas las relaciones te hacen bien? ¿Sabías que no todo aquello que escuchas te hace bien? Entonces es tiempo de definir lo que oirás y a quienes oirás, porque puede que esa sea la razón de tu improductividad. Por ejemplo: Adán y Eva cuando oyeron a la serpiente en el Edén, perdieron el lugar de privilegio en que estaban, perdieron la relación íntima con el Creador, y ya sabemos como siguió la historia…

La Limpieza que Dios hizo, hace y hará sobre tu vida será con el fin de que tu vida mejore ampliamente en todo sentido. La limpieza que Dios hace es a través de su Palabra, y es necesaria para tu crecimiento. No te resistas…!

c) Tercer Nivel: Mucho Fruto – Este tercer nivel de productividad depende de nosotros, de que hayamos soportado el proceso de Dios sobre nuestras vidas. Todo lo que citamos anteriormente se producirá por medio de la obra de Dios sobre nosotros, pero en este tercer nivel de fructificación los resultados estarán sujetos a que nosotros entendamos lo que Dios espera de nosotros.

En esta primera parte, quisiera hacer énfasis en la importancia de entender que Dios espera de nosotros fruto,…¡y mucho fruto! En la segunda parte de esta reflexión, veremos la clave para que esos frutos deseados por Dios y esperados por nosotros surjan. No te la pierdas. ¡Que tengas una semana híper bendecida!

 

 

 

 

Acerca del autor

Hola, soy Diego Carrasco, vivo en la ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, sur de la Republica Argentina. Pastor de Comunidad de Fé "Más ALTO", Escritor y Conferencista, Acompañante Terapéutico, Profesor de Música y Defensor de la Vida. Casado con Paula y padre de Tomás, Matías, Julieta y Paloma, mis ángeles. Busco constantemente ser una fuente de inspiración para otros.