“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho”. (San Mateo 21.21)
La historia nos cuenta que Jesús junto a sus discípulos, iban de regreso a la ciudad, y quizá por el cansancio mismo de haber andado, a Jesús le dio hambre. Es allí cuando aparece en escena la higuera de la que habla el texto de arriba.
El Señor, al verla allí, se acerca esperando encontrar algún fruto, pero nos dice la Biblia que no halló nada. Y es en ese instante en que decide hacer algo al respecto, que finalmente sorprende a sus discípulos.
Decide maldecir a la higuera, y al instante y para sorpresa de quienes lo acompañaban,… ¡la higuera se secó! ¿Por qué Jesús actuó de esa forma? ¿Será que al Señor le molesta la falta de productividad? ¿Será que lo impacienta que, aquello que debiera producir de manera natural frutos, no lo haga? Entonces pienso lo siguiente: ¿Qué de ti y de mí? ¿Qué sentirá Jesús cuando mira nuestras vidas? Nos cuesta imaginar a Jesús maldiciendo en lugar de bendecir, ¿verdad?
Quiero decirte lo siguiente. El Señor cuando mira nuestra vida quiere hallar frutos, no excusas. Si has recibido los nutrientes necesarios para tu crecimiento, si has sido beneficiado con un espacio para tu desarrollo, entonces debes dar frutos. Pero quiero hablarte acerca de lo que significa tener fe.
1) Quien tiene fe, habla fe. Dijo Jesús: “…sino que si dijereis a este monte…” Las palabras son como una confirmación de lo que está sucediendo en la vida de las personas. Si hay fe, hablarás fe, y si hay incredulidad, pues entonces eso será lo que hablarás. La fe y la incredulidad o la duda se manifiestan por tu manera de hablar, no lo olvides.
Las escrituras nos muestran que entre la fe y la confesión, hay una estrecha relación. Miremos lo que dice 2º Corintios 4.13. “Escrito está: Creí, por lo cual hablé”. Lo que tú creas, eso saldrá de tus labios.
2) Quien tiene fe y la ejercita, verá resultados. Jesús habló y así sucedió, y lo mismo debemos hacer tú y yo. Los imposibles de nuestra vida solo pueden ser modificados mediante la palabra de fe que salga de nuestra boca. Si te pasas hablando incredulidad, palabras de duda y temor, esos serán los resultados que obtendrás, no te quejes luego.
Jesús nos muestra en el texto de arriba, que solo haciendo uso de la fe, las cosas sucederán. Quiero que entiendas bien lo siguiente. Las cosas no suceden porque simplemente las deseemos, las cosas sucederán cuando en un acto de fe yo las crea y las declare. Esto lejos está de ser un simple positivismo, hablo de fe fundamentada en el conocimiento de Dios y de su Palabra.
Ahora bien, es importante que aprendamos a hablar según la Biblia, porque entonces nuestro hablar se verá profundamente afectado por la Palabra de Dios, y difícilmente puedan salir de nuestro interior palabras de duda.
Al hablar según Dios, contaremos con su respaldo, y las cosas sucederán. Por ejemplo, cuando en lugar de declarar enfermedad, tomamos la Palabra de Dios que nos dice que por su llaga hemos sido sanados y la confesamos, aun a pesar de los diagnósticos, entonces la fe supera a la duda y el milagro ocurrirá. En cambio, si vivo declarando que esa enfermedad es incurable, pues entonces así será.
3) Hablar duda es negar al Señor y su poder. Es importantísimo este punto, y deseo que lo pueda entender. Cuando nos pasamos hablando lo contrario a lo que Dios dice en su Palabra, simplemente estamos dejando a Dios a un costado e ignorando el poder que radica en Él y en su Palabra.
La duda nos cierra el acceso a Dios y a su Presencia, tal vez sea esa la razón por la que en tu vida no está ocurriendo lo que Dios dijo que ocurriría si tuviéramos y habláramos fe. Cuando no hablamos fe, estamos negando al Señor y hablando en un idioma que Él no entiende, así que difícilmente pueda responder algo que no “entiende”.
Termino con lo siguiente. Miremos un momento lo que dice Romanos 3.3 -4.
“Pero entonces, si a alguno le faltó la fe, ¿acaso su falta de fe anula la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera! Dios es siempre veraz, aunque el hombre sea mentiroso. Así está escrito: Que seas tenido por justo en tus palabras, y que triunfes cuando te juzguen”.
Lo que Dios nos dice, es que sino confesamos su Palabra frente a un determinado problema y fracasamos o salimos derrotados, es una cuestión nuestra, Dios sigue siendo fiel y nosotros mentirosos.
Mi querido amigo, el poder que radica en la fe, sustentada en la Palabra de Dios, puede cambiar realidades en “apariencia” difíciles. Espero y deseo que este artículo te desafíe y te lleve a experimentar cambios en tu vida.
¡Que tengas un día híper bendecido!