¿Alguna vez intentaste armar un rompecabezas?
¿A poco no es cierto, que cuando ves todas las piezas revueltas como que el rompecabezas no tiene sentido? Sobretodo cuando intentas armar uno de más de mil piezas! Seguramente cada persona tiene su estrategia para armarlo de manera más rápida.
Pero… como quiera que sea, cuando lo empiezas a armar y prestas atención a la imagen y a cada detalle en las piezas de lo que estás armando es más fácil que todo vaya encajando. No es lo mismo que cuando lo empiezas a armar sin saber de que se trata el diseño, si lo armas sin una visión previa difícilmente logras completarlo.
Ahora imagina tu vida siendo similar a la de un rompecabezas. Seguramente cuando echas un vistazo no ves más que un montón de cosas que no encajan, situaciones que no tienes ni la menor idea de como se van a resolver para que tu puedas experimentar una bendición plena. Tal vez muchas de las cosas que tu ya quisieras ver hechas en tu vida aún siguen ahí como en una esquina y no te das ni siquiera una idea de cuando se van a acomodar en su lugar para que tu puedas disfrutar de un logro, de un respiro.
En la vida, el amor, en las relaciones todo es tan parecido a cuando se arma un rompecabezas. Y hoy quiero recordarte que te evitarás de mucho dolor, de malas experiencias, de muchas desilusiones si enfocas toda tu atención en Dios y en saber lo que verdaderamente quiere para tí. Permite que él te enseñe lo que es el verdadero amor permite que el te revele esa vista previa del propósito que hay para tu vida. ¿En donde lo encuentras? En su Palabra. Cuando tú comprendes que es lo él tiene preparado para tí y que tu vida está segura pues está en sus preciosas manos; entonces podrás empezar a poner cada pieza de tu vida en el lugar correcto.
Sumérgete en su amor y en sus enseñanzas y el te ayudará a tomar cada pieza (cada decisión) de tu vida en el lugar correcto hasta que su perfecto plan se haya completado en tu vida!
Jeremías 29:11 «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis» .