Dios usa hornos, no microondas

Escrito el 15/10/2013 - 10:08pm Por Diego Carrasco

horno de barro

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, pensamientos de bien y no de mal,  para daros el fin que esperáis” – (Jeremias 29.11)

La vida de los grandes hombres y mujeres de la historia bíblica están marcadas por un sinfín de experiencias desagradables. Momentos de muchísima frustración, de mucho dolor, tristeza, etc, que formaron parte de la metodología que Dios usa cuando se propone usar a alguien para algo específico.

Generalmente, solemos ver esos momentos como momentos indeseados, esos períodos de tiempo que quisiéramos evitar, sin embargo, la Biblia nos cita también que “muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”.

Un determinado día, José se levanta luego de haber soñado algo que quizá ni el mismo lograba entender. Cuenta el sueño a sus hermanos, y los hermanos en lugar de abrazarlo y desearle lo mejor, empiezan a envidiarlo, a celarlo, odiarlo, etc. Ni aún su propio padre fue capaz de comprenderlo.

Nos frustramos mucho cuando nuestra familia no entiende aquello que está en nuestro corazón, nos sentimos abandonados, envidiados, celados, y sentimos que nuestros sueños no tienen validez, solo porque a alguien cercano le molestó.

Quiero decirte algo. La envidia, los celos y el odio, vienen generalmente de aquellos que en su interior guardan mucha frustración, personas que quizá vieron como la vida se les escapaba de las manos y nunca lograron hacer algo diferente a lo que sus antepasados hicieron. Se conformaron con seguir la tradición familiar.

Hay un montón de gente en este planeta cargando bultos enormes de frustración, de amargura, de desilusión con la vida misma, nunca se atrevieron a soñar con algo diferente, algo propio, y les molesta que haya otros que tengan sueños grandes. Es más, intentarán todo tipo de artilugios para impedir que se alcancen esos sueños.

Para José, era el comienzo de toda una etapa de dificultades temporales, que terminarían cuando alcanzara su objetivo. Esa es una de las características de un soñador, de un hacedor de historia. Sabe que los obstáculos que puedan surgir en el camino jamás serán motivo para frenarse y detener su marcha. Son temporales, no eternos, ni definitivos.

José iba de una prueba a otra, salía en victoria y empezaba nuevamente una dificultad diferente, pero en todas se mantuvo íntegro. Otra virtud de alguien que es diferente, que vive diferente, no que habla o se viste diferente, eso jamás le cambió ni le cambiará la vida a nadie. Lo que produce realmente impacto en la vida de quienes nos rodean es la integridad con la que nos manejamos en la vida.

Pasaron exactamente 13 años desde que José tuvo el primer sueño, hasta el día en que se concretó. Fueron 13 años de luchas y victorias, 13 años de sensaciones encontradas, de esperar y desesperar, de creer y muchas veces dudar. Preguntas que iban y venían. “¿Señor, donde estás?, ¿Por qué a mí? ¿Cómo hago para seguir?, y tantas más que seguramente habrán aparecido. Pero nuestro amigo soñador sabía que el final feliz estará siempre garantizado para aquel que ama a Dios, porque todas las cosas, según su Palabra, ayudan a bien a quienes le aman.

Dios, mi querido amigo o amiga, usa hornos no microondas, Dios se toma su tiempo y ese tiempo pueden ser años. En el proceso debemos morir, morir al odio, al rencor, a la venganza, y tantas cosas más, porque es la única forma en que podamos luego, mirar a los ojos a quienes nos lastimaron e hicieron mal y decirles lo mismo que José a sus hermanos: “Ustedes pensaron mal contra mí, actuaron mal, me hicieron daño, pero Dios encaminó todo para bien, Dios cambió ese mal por su bien. Dios usó sus torpezas para que muchos hoy sean bendecidos”.

Aquel que hoy te cela, te envidia, que busca tu mal o que ha hecho algo mal en tu contra, mañana quizá venga a pedirte que le des alimento. Y será la oportunidad de Dios para reivindicarte. Sigue camino a lo que Dios ha planeado para tí, no te detengas!

Pero no esperes algo mágico ni instantáneo, es un proceso, y durará hasta que Dios diga: “Ahora es el momento”. Si estás en dificultades, recuerda lo siguiente. Dios usa hornos, no microondas. Que tengas un día híper bendecido.

 

Acerca del autor

Hola, soy Diego Carrasco, vivo en la ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, sur de la Republica Argentina. Pastor de Comunidad de Fé "Más ALTO", Escritor y Conferencista, Acompañante Terapéutico, Profesor de Música y Defensor de la Vida. Casado con Paula y padre de Tomás, Matías, Julieta y Paloma, mis ángeles. Busco constantemente ser una fuente de inspiración para otros.