¿Cuántas veces hemos pasado por momentos en los que nos sentimos solos, heridos por algo o por alguien? Cosas así nos hacen perder el ánimo por levantarnos y seguir adelante, vivimos situaciones, experiencias que nos marcan y hasta pudiéramos llegar a pensar que Dios nos ha abandonado.
Y déjame decirte que este es el escenario perfecto para que el enemigo se convierta en el protagonista de la historia.
Muchas veces como ya lo he dicho antes él aprovecha para traer a nuestra mente infinidad de pensamientos negativos y no solo eso, te inquieta, te bombardea de tal manera que intenta tomar control de tus emociones hasta que te lleva a pronunciar todo tipo de palabras sin sentido (en lo terrenal) pero que se vuelven (poderosas en lo espiritual)
¿Cuántas veces has estado a nada de darte por vencido, porque no ves esa luz de esperanza en los momentos difíciles?!
Muchas veces creemos orar pero no! lo que hacemos es quejarnos con Dios, lamentarnos de nuestros problemas, de nuestras relaciones, con los labios le decimos que tiene el control de todo pero cuando seguimos lamentándonos quejándonos le estamos diciendo que en el fondo estamos dudando.
Esta palabra es para todos, pero especialmente para aquellos que han pasado o están viviendo momentos tan duros en su vida que se siente como en un estado de sequía espiritual, yo sé que no todos pero Dios me guía a compartirles esta palabra:
Recuerdas aquella visión que Dios le dio a Ezequíel?! Me refiero a la de los huesos secos.
Dios lo llevó a un valle que estaba lleno de huesos. Esos huesos estaban sin vida, estaban secos. Dios le preguntó a Ezequíel si creía que esos huesos podrían volver a tener vida, a lo que Ezequíel le respondió: «Tú lo sabes»
Hoy Dios te pregunta: «¿Crees que puedo cambiar esa circunstancia que estás viviendo y que te mortifica? ¿Crees que puedo restaurar tu matrimonio, tu familia? ¿Crees que puedo hacer que salgas de todas esas deudas que tienes pendientes? ¿Crees que puedo quitar de tu vida esa enfermedad que aflige tu cuerpo?»
Respecto a aquella visión que Dios le dio a Ezequíel: Dios sabía que esos huesos podían volver a tener vida, de hecho con una sola palabra suya hubiera bastado y el milagro hubiera sucedido. Pero Dios le dijo a Ezequíel que: «profetizara» sobre ellos! Sí! Ezequiel tenía que declarar la palabra!
Dice en Ezequiel 37:4-5 que Dios le dijo a Ezequiel: «Diles de mi parte a estos huesos, que presten atención a este mensaje: ¡Huesos secos, yo voy a soplar en ustedes, para que reciban el aliento de vida y revivan!»
Hoy Dios quiere que empieces a profetizarle a tu problema, a tu situación, debemos profetizar con ese poder que Dios nos ha dado. Hasta ahora no has visto el cambio, no has alcanzado la victoria, has orado pero no has visto el cambio, te has desanimado porque no has visto respuesta de parte de Dios pero es que no has usado tu boca correctamente, ayer mismo pensaba que si no tengo algo bueno que decir es preferible mantenerme callada y hoy te motivo a lo mismo, en situaciones duras es tan fácil hablar sin pensar y todo lo que sale de nuestra boca, carga vida, carga espíritu, carga poder.
Callemos cuando debemos callar pero hablemos, (profeticemos) cuando tenemos que hacerlo.
Muchas veces el pueblo de Israel se sintió como sin remedio, hasta como perdidos en medio del desierto, murmuraron hablaron miles de palabras negativas, palabras de muerte, de queja y su fin fue triste, no alcanzaron la promesa.
Dios quiere Soplar su Aliento de Vida sobre cada uno de nosotros, sobre tu vida, sobre tus circunstancias, sobre tu problema, sobre tu matrimonio, sobre tu negocio, sobre esa enfermedad, sobre tus hijos, sobre tus proyectos, sobre tu ministerio, sobre esa deuda, etc. Pero es necesario que profetices! Es necesario que cambies tu forma de hablar!
Mientras escribía esto vino a mi mente que el enemigo de Dios no tiene poder mayor al de tus palabras pues cuando tu citas la Palabra de Dios el enemigo es paralizado y no le queda más que hacerse a un lado para que el Poder de Dios se manifieste! Que maravilloso, ¿no?!
Una sola palabra basto para que Dios creara el Universo y una sola palabra tuya bien ejecutada es suficiente para que el Poder de Dios pueda actuar de acuerdo a su perfecta voluntad en tu vida y en todo lo que te rodea!
Así que el reto hoy es para cuidar nuestras palabras. Por eso me digo a mi misma: «Si no tengo nada bueno que decir mejor me quedo callada» Te invito a que a partir de hoy comiences a profetizar. Declara la palabra de Dios! Hay tantas promesas en las Escrituras y para cada situación podemos citar alguna de ellas. No te canses, no desmayes, recuerda que la Palabra de Dios nunca vuelve vacía siempre lleva acabo aquello para lo que ha sido enviada. La Palabra de Dios es una semilla y cuando tu profetizas es un hecho que verás los frutos de todo lo que confesaste.
No olvides que cuando dices algo negativo el enemigo de Dios hace todo y mueve todo, especialmente las huestes de maldad para que esa palabra que tu dijiste se cumpla y te destruya pues ese es su propósito; robar, matar y destruir. Pero cuando tu confiesas la Palabra de Dios el Señor mismo envía ángeles y todo su Poder para que esa Palabra se lleve a cabo. Cuando tu decides creerle a Dios y hablas conforme a su voluntad nunca serás avergonzado, su Poder te respaldará por siempre en todo.
Que Dios siga soplando «Aliento de vida» sobre ti! Bendiciones!