Escribamos en tierra

Escrito el 25/03/2014 - 9:22pm Por Diego Carrasco

TE AMO JPG

“Mujer, ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. (San Juan  8.10 y 11)

Una historia singular, pero que suele repetirse muy a diario. De un lado, los `puros y rectos´, los `sin error´, y del otro, los pecadores, los que merecen la muerte. Cualquier coincidencia con la realidad…

Nuestra sociedad vive sus días de esa manera, dividida, enfrentando a `justos contra injustos´, a `santos contra pecadores´, a los `buenos´ contra los `malos´, a Fulano contra Mengano, etc. Por supuesto, la división siempre deja un saldo altamente desfavorable, nadie se beneficia con la división.

En el relato citado arriba, vemos a un grupo de personas que encuentran a una mujer cometiendo adulterio, y la ley establecía que como consecuencia de ello, debía morir en los próximos minutos apedreada. Cuando llegan adonde se encontraba Jesús, le cuentan lo sucedido, intentando demostrar cuan celosos eran de la ley mosaica, quizá hasta pensando que recibirían algún elogio de Jesús por tal accionar.

Sin embargo, y frente a tal escena, Jesús permanece allí sin actuar, casi como ausente. Una mujer a punto de morir a manos de estos tipos, ¡y Jesús no habla, no mira a nadie, no pregunta sus nombres, no les pregunta a que grupo religioso pertenecen, nada de eso! Jesús…solo escribe con su dedo en la tierra.

¿Es que no le importa que la ley se cumpla? ¿Ignorará lo que establece la ley? ¿Qué clase de maestro es éste, que se permite obviar lo sucedido?

Tenemos que entender lo siguiente. Jesús no ignoraba lo sucedido con esta mujer, pero también quería enseñar algo, quería que los de aquella época y nosotros hoy, entendiéramos que él se rige por una ley superior: la Ley del Amor.

El amor que todo lo espera, que todo lo soporta, amor que pone al otro en primer lugar, amor que ama de tal manera que da y se da, esa es la ley que mueve la vida y el corazón del Maestro.

A Jesús no le importa cuan grande es el error o el pecado de quien camina a mi lado o el mío, a Jesús no le interesa que le informe de cómo mi vecino, amigo o hermano se equivocó, Jesús está esperando que tú y yo actuemos de la manera en que él lo hizo, lo hace y lo hará.

Hoy, la triste realidad nos muestra que hay muchos al costado del camino, tirados, olvidados, pisoteados por personas que expusieron públicamente su pecado, su error, pensando que ellos serían elogiados por el Señor, debido a su `celo´ por él y por su ley, olvidando que lo más importante es manifestar lo que el vino a manifestar: amor por la humanidad.

Irónicamente, nos hemos pasado condenando al mundo por el que Jesús vino y se entregó, amándolo como solo él lo puede hacer. No se trata de ponerse en juez de nadie, se trata de hacer lo que hizo aquel que mientras otros juzgaban y condenaban, él permanecía escribiendo en el suelo, en la tierra.

Tener el corazón de Jesús significa entre otras cosas, amar lo que el ama y sentir como el siente. No me imagino a Jesús tomando piedras para dar fin a la vida de una persona que se equivocó, me imagino y veo a Jesús escribiendo en tierra. ¿El mensaje? Imagino el siguiente: ` Te amo más allá de y a pesar de…Te amo, y eso no cambiará nunca. No hay pecado o error que invalide o anule lo que siento por tí, simplemente te amo´.

Es probable que la vergüenza que sintieron aquellos informantes de errores ajenos por la respuesta de Jesús ante su insistencia, los haya avergonzado, y seguramente acusados por sus conciencias decidieron dejar a un costado las piedras y comenzar a caminar en la dirección opuesta.

Mi querido amigo, si algún error señalado por otros te dejó tirado en el camino, moribundo, sin fuerzas, déjame decirte lo siguiente: Jesús sigue escribiendo en tierra, y el mensaje es el que cité anteriormente. ` Te amo más allá de y a pesar de…Te amo, y eso no cambiará nunca. No hay pecado o error que invalide o anule lo que siento por tí, simplemente te amo´.

No importa lo que otros señalen de tí, importa que Jesús sigue escribiendo en tierra, diciéndoles a los acusadores que si creen estar libres de pecado o error, entonces que lancen la primera piedra. Mientras tanto, su dedo sigue allí, escribiendo el mismo mensaje que perdura hasta hoy.

Pero no termina allí la cosa. La otra pata de esta historia es que Jesús espera que tú y yo actuemos de la misma manera. Él espera que cuando veamos a otros errando, seamos personas que decidan escribir en tierra el mismo mensaje que escribió él, que no juzguemos ni condenemos, porque cuando nosotros merecíamos morir, Jesús escribió en tierra ese mensaje bendito a favor nuestro, y acalló las voces acusadoras que pedían a gritos nuestra muerte.

Que seamos capaces de dar una oportunidad más, porque quien sabe, tal vez mañana nos toque a nosotros rogar por esa chance. Decidamos escribir en tierra nosotros también… Que tengas un día híper bendecido!

 

Acerca del autor

Hola, soy Diego Carrasco, vivo en la ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, sur de la Republica Argentina. Pastor de Comunidad de Fé "Más ALTO", Escritor y Conferencista, Acompañante Terapéutico, Profesor de Música y Defensor de la Vida. Casado con Paula y padre de Tomás, Matías, Julieta y Paloma, mis ángeles. Busco constantemente ser una fuente de inspiración para otros.