“No es bueno que el hombre esté solo, Le haré ayuda idónea”. (Génesis 2.18))
Entendamos bien lo siguiente. Cuando en nuestra sociedad alguien dice referido a otra persona que “es perfecto o perfecta”, está haciendo alusión a algo o alguien que “a simple vista no tiene error”.
Cuando una mujer dice: “es el hombre perfecto”, está diciendo que ese hombre tiene todo lo que ella anhela encontrar en un varón. Pero en realidad, está siendo impresionada por lo que VE, y no por lo que CONOCE de él.
Quizá la impresione su buen hablar, su manera de vestir, su caballerosidad, su generosidad, etc, pero es algo que no puede saberse a ciencia cierta si ese es su estilo de vida, o tan solo algo para impresionar.
Los hombres también suelen rotular a las mujeres de “perfectas”, aunque ésta perfección humana está basada en cosas como: tener medidas perfectas (entiéndase cuerpo voluminoso, o 90-60-90 que es una medida que alguien utilizó para sugerir que una mujer tenía cuerpo perfecto), buen vestir, etc.
Una buena y saludable relación de pareja nunca puede estar fundamentada en cosas tales como un buen físico, un buen vestir, etc, porque esa mujer que hoy te atrae por su físico 90-60-90, algún día a causa de los hijos y del mismo paso del tiempo, lo verá modificarse.
Y ese hombre que te sedujo con su físico impresionante, algún día quizá también lo vea desaparecer, verás como esos abdominales han desaparecido y en su lugar ha crecido una prominente pancita, y queden solo imágenes mentales de lo que alguna vez fue, entonces basar una relación de pareja solo porque alguien tiene un cuerpo de modelo o un físico escultural, es una señal de alarma, nunca puedes basar tu relación sentimental en el aspecto físico del otro, aunque también debemos reconocer que es lo primero que nos atrae o llama la atención.
Quiero que veamos dos conceptos: a) Perfecto b) Idóneo.
a) Perfecto: “Que tiene todas las cualidades requeridas”. b) Idóneo: “Que tiene aptitud para alguna cosa. Adecuado”.
“Le haré ayuda idónea”, es decir y de acuerdo a la definición que vimos anteriormente, Dios estaba pensando en alguien adecuado, que esté apto para fundar lo que se conoció luego como familia.
Veamos. El hombre perfecto o la mujer perfecta no existen, porque simple y sencillamente,… ¡todo ser humano aunque es creado de manera perfecta, comete errores! Para entender mejor este asunto, necesitaríamos retrotraernos a la génesis de la historia, pero esa no es la idea, al menos en esta ocasión.
Por lo tanto, tampoco existe la pareja perfecta, y cuando la pareja fracasa es porque ha habido errores en cuanto a la comprensión de la misma, entonces debemos tener presentes que no podemos ni debemos hacernos a la idea de que mi pareja es perfecta, porque creer eso puede generar mucho daño a la pareja en cuestión. No busques a la mujer perfecta u hombre perfecto, busca a la mujer idónea, al hombre idóneo, es decir, el que se adecúe a tí, y tú a él.
El perfecto jamás lo encontrarás, busca al idóneo, al que está apto, al que está preparado para compartir su vida contigo. ¿Qué sucede cuando pensamos que la persona que esta a nuestro lado tiene que ser perfecto o perfecta? Entramos en un mundo irreal, de idealizaciones que nos terminan haciendo daño. Recuerda esto: No idealices a nadie. Debemos tomar contacto con la realidad del otro, una realidad que elegimos compartir cada día de nuestras vidas, porque es lo que verdaderamente amamos, y con lo que verdaderamente conviviremos.
Si idealizas a tu pareja, estarás amando a alguien que en realidad no es, no existe, tienes que aprender a amarlo y respetarlo tal como él o ella es, entendiendo que tú tampoco eres perfecto. Tú también te equivocas, tú también cometes errores. Y ese reconocimiento de que no hay tal perfección, trae salud a la pareja.
Por eso, cuando busques pareja, o cuando mires a tu pareja recuérdalo. No hay nadie perfecto, todos cometemos errores. Para aquellos que buscan pareja, el hecho de que nadie sea perfecto no debe ser un motivo para decirse a sí mismos: “bueno, como nadie es perfecto, agarro lo primero que me venga a la mano”, porque esto puede ser motivo de futuros problemas.
El miedo a la soledad no debe hacer que apures decisiones como ésta, tan importante y tan significativa, ya que será o al menos así debiera ser, por el resto de tu vida. Si consultas a Dios, te aseguro que él sabrá guiarte hacia aquella persona idónea, adecuada, apta para tí. Él fue quien pensó en esa ayuda especial. Que tengas un día híper bendecido!