No aptos

Escrito el 29/07/2014 - 10:31pm Por Diego Carrasco

 

CAMPESINO BUEY

“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. (San Lucas 9.62)

Quiero que juntos veamos este mismo texto, pero en otra versión de la Biblia.

Jesús le dijo: No se puede pertenecer al reino de Dios y hacer lo mismo que hace un mal campesino. Al que se pone a arar el terreno y vuelve la vista atrás, los surcos le salen torcidos”. (Traducción al lenguaje actual)

¡Qué interesante lo que nos aporta esta última versión! Tenemos que entender que no toda actitud que pueda haber en nosotros nos hace aptos para el reino de los cielos. Debemos revisar seriamente todas y cada una de nuestras actitudes, porque quizá alguna de ellas pueda no ser agradable a Jesús, y por consiguiente, puede inhabilitarnos para el reino de Dios.

Decidir seguir a Jesús es ir tras su reino y sus principios, sus demandas, sus valores, su estilo de vida. Cuando tomamos esa decisión (la mejor que podemos tomar) estamos decidiendo regirnos por lo que él nos marca y dejamos a un lado nuestro parecer.

Pero, antes de continuar, hagamos la diferencia entre Aptitud y Actitud.

* Aptitud: Suficiencia o idoneidad para obtener y ejercer una tarea o responsabilidad.

*Actitud: Disposición de ánimo manifestada de algún modo.

Cuando el Señor Jesús realiza la invitación a ser partes de su reino, puede que inicialmente tengamos la actitud correcta, puede ser que no tengamos mayores dificultades para decirle sí al Señor.

Sin embargo, debemos tener presente lo siguiente. Nuestras actitudes cuentan, pero sobre todo lo que Dios valora por encima de cualquier otra cosa es nuestra aptitud.

Ahora bien, mirar hacia atrás, según el propio Jesús, nos hace no aptos. Notemos bien que Jesús dice: “quien mira atrás”, en ningún momento dice: “quien se vuelve atrás”.

¿Por qué mirar atrás convertía a este hombre en alguien no apto para el reino? ¿Por qué mirar atrás nos convierte a nosotros en no aptos para el servicio a Dios?

1) Porque mirar atrás nos distrae de la tarea. Cuando los agricultores trabajaban la tierra haciendo los surcos, ponían en un extremo un palo que les servía de guía. Luego se colocaban en el extremo contrario, hundían en el arado y tirado por un buey, se aseguraban de no sacar ni por un momento el ojo del palo que le servía de guía, porque era consciente que a la menor distracción, el surco saldría torcido, provocando perdidas de terreno y tiempo, entre otras cosas. El buen agricultor jamás quitaba la mirada del palo, ni las manos del arado.

Si pretendes servir a Dios, trabajar en su reino tienes que saber que no puedes mirar atrás, aunque te sientas tentado a hacerlo. Las distracciones te harán perder más de lo que imaginas. Jamás quites la mirada de quien es tu Guía, ni quites tus manos del arado.

2) Porque mirar atrás equivale a perder de vista la dirección que debemos continuar. Por eso los agricultores tenían sumo cuidado de no mirar atrás, perder de vista el recorrido que debían realizar les significaba perder de vista aquello que tenían por delante.

Cuando tú decides servir a Dios tienes que saber que tu mejor y mayor bendición está delante de ti, no atrás. Si miras hacia atrás, corres el riesgo de perder de vista lo que el Señor tiene para tu vida en tu futuro.

Tienes que dejar atrás todo aquello que debe permanecer atrás, y prepararte para lo que viene por delante.

Mi querido amigo, querida amiga, no te permitas mirar atrás por nada del mundo. Recuerda que lo mejor esta delante. Dios califica como no aptos a quienes miran hacia atrás una vez que han puesto sus manos en el arado.

Que no seamos nosotros personas a las que el Señor Jesús descalifique o llame no aptas, porque estamos distraídos con otras cosas.

¡Que tengas un día híper bendecido!

 

Acerca del autor

Hola, soy Diego Carrasco, vivo en la ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, sur de la Republica Argentina. Pastor de Comunidad de Fé "Más ALTO", Escritor y Conferencista, Acompañante Terapéutico, Profesor de Música y Defensor de la Vida. Casado con Paula y padre de Tomás, Matías, Julieta y Paloma, mis ángeles. Busco constantemente ser una fuente de inspiración para otros.