Al parecer los no creyentes (ateos), resultan más inteligentes que los creyentes (cristianos), según un estudio publicado este mes por la revista académica Personality and Social Psychology Reviewm que resultó del análisis realizado por psicólogos de la Universidad de Northeastern a 63 estudios.
Cristo Redentor
El estudio que estuvo dirigido por el profesor Miron Zuckerman basó sus fundamentos en relacionar la inteligencia y la religiosidad como una meta-análisis; entre otras explicaciones propuesta por el mismo Zuckerman.
Para este estudio el equipo de trabajo estuvo décadas de análisis e investigación, resarciendo que algunos estudios sobre el ateísmo e intelecto tenían algo en común, aquella premisa de que “las creencias religiosas son irracionales, sin bases científicas, improbable de comprobar, y por ende, nada atractivas para gente inteligente”.
En el análisis se definió la inteligencia como la “capacidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápido y aprender de la experiencia”, mientras que la religiosidad se definió como “la participación en algunos (o todos) los aspectos de una religión”, lo que incluye la creencia en lo sobrenatural, la ofrenda de presentes a ese sobrenatural, y la práctica de rituales reafirmar sus creencias, dice la investigación.
Según el estudio se realizaron medidas de recolección de datos través de encuestas, asistencia a la iglesia, y la pertenencia a organizaciones religiosas.
Otro aspecto que llama bien la atención es que el estudio señala que los “niños más inteligentes son más propensos a alejarse de la religión, al igual que los ancianos”.
Símbolo ateismo
A pesar que el estudio sostiene que las personas inteligentes “consiguen trabajos mejor remunerados, son más propensas a casarse y formar relaciones duraderas, entre otras cosas”, pero concluye que las “personas religiosas son menos inteligentes que los no creyentes”.
Además el estudio sugiere que, “a medida que las personas inteligentes pasan de la juventud a la edad adulta y después a la madurez, los beneficios de la inteligencia se van acumulando”. Solo me resta decirle que saque Ud. sus propias conclusiones.
