«Y Jehová me habló, diciendo: Bastante habéis rodeado este monte; volveos al norte.» Deuteronomio 2:2-3
Comienzo este artículo con este pequeño párrafo tomado del libro de Deuteronomio, en el que nos narra la historia del pueblo de Israel después de dieron vueltas por el desierto por más de 40 años. Era un pueblo rebelde, lleno de orgullo y “muy sensibles” que a las primeras de cambio le daban la espalda a Dios, personas que vivían siempre esperando algo a cambio, esperando siempre recibir algo. Pero llegó el momento en que Dios les habla firmemente. El momento de crecer, de dejar de ser niños, de dejar de quejarse. “…Bastante habéis rodeado este monte;…” que no era más que la voz de un Padre diciéndole a sus hijos, es momento de afrontar y conquistar lo que YO ya les entregué.
¿Y qué con mi adicción?
Estoy seguro que como el pueblo de Israel, has recibido miles de promesas, que quizás el día que alguien te lo dijo, sentiste que serías diferente a partir de ese momento, que los pecados del pasado se quedarían allí, en el pasado, pero pasaron los días, y de repente, sin que lo percibieras, volviste al desierto. Al desierto de la frustración, del olvido, de los anónimos, de los que se refugian detrás de una computadora, de un celular, de los que no pueden abandonar ese “paraíso” llamado Pornografía.
Han pasado los años y las cosas no mejoran, “piensas” y es que quizás ya has agotado todas las instancias y opciones habidas y por haber, y nada ha pasado. Pero solo es porque quizás no has comenzado a enfrentar la raíz del problema de tu adicción. Solo has estado dando vueltas y vueltas por el desierto, alimentando tu adicción, y creciendo tu distanciamiento con Dios a causa de este pecado.
El Porno no es el problema
El problema no es en sí la pornografía, el verdadero problema está en tu corazón, y en toda esa oscuridad que te has permitido por tanto tiempo, que te llevan una y otra vez a las mismas calles del “placer virtual” y donde te conviertes en un vagabundo espiritual, dañando la relación que Dios quiere tener contigo, y que te hace perder de vista el verdadero propósito por el cual Dios te llamó.
¿Qué puedo hacer?
Las instrucciones de Dios habían sido claras para su pueblo, dejen de rodear ese monte, y decidan conquistar. Lo mismo debes hacer en tu vida, por mucho tiempo has jugado con tu consagración, y de repetir la frase “dejaré de pecar” pero sólo es una frase trillada de domingo que repites para calmar tu consciencia y sentirte “bien” con Dios y contigo mismo. Pero tú y yo sabemos que al final del día, cuando ya todos se han ido, sacas esa parte oscura que solo Dios y tú conocen, y el ciclo se repite, una y otra vez.
Y es que para ser libre de esta adicción necesitas tener una transformación total que comienza en tu corazón, ¿recuerdas al Rey David? Él narra un pasaje bíblico que es de mis favoritos:
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” Salmos 51:10
David entendía la importancia de renovar su corazón, ya que así sería la única forma que él podía ser recto ante Dios. Anhelaba fervientemente la presencia de Dios y de su Santo Espíritu, más que cualquier cosa, (Salmos 51:11) y como resultado de ese anhelo, Dios podía otorgarle un limpio corazón y lograr la renovación de un espíritu recto dentro de él.
¡Es tiempo de cambiar!
Es tiempo de cambiar, de abandonar todo indicio de inmoralidad en tu vida, de recuperar esos sueños de conquista que tenías hace años, de retomar tu ministerio, ¡Deja de descuidarte! Y enfócate en lo que tienes que hacer, ya demasiado tiempo has rodeado ese monte llamado Pornografía. De pedir perdón a Dios y llenarte de las cosas buenas que provienen de él. Mientras más te llenas de su amor, más te vacías de oscuridad.
Es tiempo de cambiar, es tiempo de ser puros, de abrazar la santidad, estoy seguro que alguien te lo agradecerá.