“De oídas te había oído, más ahora mis ojos te ven”. (Job 42.5)
No hay ser humano que pueda escapar u ocultarse de aquellas situaciones que vienen con el objetivo de desestabilizar y generar caos y confusión.
Por supuesto, siempre existirán quienes crean que la voluntad de Dios es que nunca sucedan tales cosas, además de aquellos que frente a la tragedia que pueda experimentar alguien, comenzarán una búsqueda minuciosa procurando hallar un “pecado” para justificar el porqué sucede lo que sucede.
El libro de Job es muestra clara de que donde hay un ser humano, cabe la total y absoluta posibilidad de que haya acontecimientos desgraciados.
La vida de Job es una vida signada por la angustia y el drama, pero quiero que veamos algunas cosas que se nos dice respecto de este hombre.
En primer lugar, notemos que la Biblia nos dice de Job lo siguiente: “Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”. (1:1)
Se presenta a este hombre como un ser excepcionalmente íntegro, perfecto y recto en todos sus actos.
Todas estas características eran y son muy loables, no es fácil hoy en día encontrar gente íntegra, honesta, recta, es más sencillo encontrar personas corruptas y perversas.
Sin embargo, a pesar de reunir esas virtudes, había algo que le faltaba. Conocer a Dios personalmente, y sus palabras así lo dejan saber.
“De oídas te había oído, más ahora mis ojos te ven”. (Job 42.5)
Esta es la definición de un hombre o una mujer religioso/a, es la conclusión a la que arriba una persona que casi en el epílogo de su vida se da cuenta que ha vivido de experiencias o testimonios de terceros, pero que no tiene nada para contar como propio.
Es la declaración de alguien que sabe mucho de Dios por haber oído, pero no por haber experimentado nada, le contaron muchísimo de los milagros que Dios hizo en el pasado pero que no puede contar ni mucho menos experimentar uno en su vida.
Es la diferencia entre tener noticias, haber recibido información, instrucción religiosa, frente a la conversión producida por haber experimentado un encuentro personal con el Señor como fruto de un acto de la gracia de Dios.
¡No creerás cuántas personas hoy llenan nuestras iglesias y que han llegado a la misma conclusión que Job! Son miles quienes creen que disfrutan de una relación profunda y honesta con Dios, para luego caer en la cruda y dura realidad, que lo único que tienen es información acerca de Dios.
No se trata de cuanto sabes acerca de Dios, sino de cuanto disfrutas y experimentas de la relación con Dios a diario.
Mi querido amigo, si sientes que tu condición es igual a la Job, si sientes que solo manejas información de Dios y de lo que es capaz de hacer, pero no conoces personalmente a Dios, entonces es el momento de cambiar la historia.
Job, a pesar de ser temeroso de Dios, religioso, un hombre de sanos principios morales y éticos, solo conocía a Dios “de oídas”. Por eso, cuando comprende esto, reacciona arrepintiéndose:
“Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.” (Job 42.6)
Job necesitó tener ese click en su interior, pasó un período difícil, y pudo salir de allí entendiendo que había vivido de manera errada. Si ese período difícil que estás atravesando sirve para que dejes de oír acerca de Dios y puedas empezar a verlo, entonces todo habrá valido la pena.
¡Que tengas un día híper bendecido!