El costo de seguir a Jesús

Escrito el 04/11/2014 - 9:43pm Por Diego Carrasco

DISCIPULOS

“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. (San Lucas 14.25 al 33)

Alrededor de Jesús había miles y miles de personas que se acercaban a él intentando, algunos aprender de sus enseñanzas y otros recibir también alguna solución a sus problemáticas.

Hoy en día es igual, hay un grupo de personas que buscan a Jesús para aprender de él, conocerlo, intimar con el Maestro y ponerse a disposición para el servicio, y otros que solo están cerca suyo para ver que es lo que pueden obtener de su mano. Lamentablemente, de este segundo grupo hay muchísimos.

Gente que sigue o busca a Jesús solo para ver que recibe de Él. Lo buscan para pedirle milagros, salud, dinero, bienestar familiar, etc, pero se olvidan de lo que Él busca y pide de nosotros. Una vez que han obtenido aquello que desean, siguen por la vida sin tener en cuenta al Señor. Claro está, los verás volver “con la frente marchita” como dice la letra de un tango argentino (género musical) cuando necesiten nuevamente de un milagro.

Ahora bien, debemos diferenciar lo siguiente. Muchos seguían a Jesús, pero muy pocos estaban dispuestos a convertirse en verdaderos discípulos, y debemos saber que lo que Jesús quiere de cada uno de nosotros es que nos convirtamos en verdaderos discípulos.

Un discípulo es aquella persona que ha sido instruida, que ha recepcionado esas enseñanzas, y que además de vivirlas, las comparte con otros. No es el discípulo quien condiciona la relación y establece los términos, sino es el Maestro quien demanda esfuerzo para lograr su objetivo.

Ahora bien, ser un verdadero discípulo requiere de varias cuestiones. Para ello, no podremos obviar los siguientes puntos.

1) El verdadero discípulo sabe que su relación más importante es con su Maestro Jesús. La demanda del Señor es que le amemos más a él que a cualquier otra persona en nuestra vida. Menciona la palabra aborrecer.

¿Qué significa aborrecer? La palaba “aborrecer” en el original griego es: “Miseo”, que significa: “amar menos”. En otras palabras, lo que Jesús nos pide no es que odiemos a nuestros familiares o aún a nosotros mismos, sino que por encima de ellos y de nuestra propia vida, nuestro amor y devoción a él sea mayor, superior.

2) El verdadero discípulo está dispuesto a sacrificar sus metas personales para cumplir con lo que Jesús le ha pedido. No podemos negar que no resulta sencillo renunciar a nuestros objetivos y metas personales para cumplir con aquello que Dios nos pide, pero es requisito si queremos agradar a Dios con nuestra vida y convertirnos en sus discípulos.

“Si ustedes no están dispuestos a tomar su cruz, cargarla, y a hacer lo que yo les diga, no pueden ser mis discípulos”, eran las palabras del Maestro.

Para entender que significa “llevar la cruz”, debemos mirar hacia el pasado y descubrir algo interesante que sucedía en la cultura judía de ese tiempo. Cuando un judío veía a un hombre condenado a muerte, llevando la cruz, (porque los condenados eran obligados a cargarla) entonces sabía que ese hombre ya no tenía voluntad, ni derechos, y que su vida estaba a expensas del gobierno y las autoridades, y él nada podía hacer al respecto.

Cuando Jesús nos pide que llevemos la cruz, nos está diciendo que renunciemos a nuestros propios sueños y anhelos, y que llevemos los de Él. Que nuestra vida sea conducida y dirigida por él.

Pregunto. ¿Estamos realmente dispuestos a dejar de lado toda meta u objetivo personal, solo para agradar a nuestro Maestro? Para pensar seriamente.

3) El verdadero discípulo de Jesús evalúa el costo y planifica para cumplir con lo asumido. No solo es importante comenzar bien, sino que también es importante terminar bien.

Muchas personas han comenzado la carrera de la Fe con mucho ímpetu, mucho entusiasmo y determinación, pero a medida que las dificultades fueron apareciendo, fueron menguando la confianza y la certeza de ese llamado, haciendo que el abandono sea una realidad.

Planifica para empezar y terminar, ten en cuenta que pueden surgir imprevistos, pero decide y determina llegar aunque cueste.

4) El verdadero discípulo sabe que no debe apegarse a las cosas materiales, amándolas más que a su Maestro. “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.

El hombre o la mujer que desee convertirse en un verdadero y genuino discípulo sabe ( o al menos debiera saber) que la renuncia a lo material no es una opción, sino una demanda. Esa es la palabra clave en este punto: RENUNCIA.

Esta palabra, en el original griego es: “Apotasomai”= decir adiós, (al partir o despedir), renunciar. “apo” = fuera, lejos (de algo cercano).

Jesús nos pide entonces que “soltemos” nuestro apego a las cosas materiales, que las “miremos de lejos”, que les “digamos adiós” en el sentido de no poner nuestro corazón en ellas, porque pueden entorpecer nuestro servicio a Dios. Esto no significa que nos esté pidiendo que seamos pobres, sino que no amemos más esas cosas que a él.

Mi querido amigo, ser un verdadero discípulo de Jesús debe ser nuestra más alta meta en esta vida. Caso contrario, el Señor seguirá de largo y nosotros habremos perdido la mejor oportunidad de traer alegría al corazón del Maestro.

¡Que tengas un día híper bendecido!

 

Acerca del autor

Hola, soy Diego Carrasco, vivo en la ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, sur de la Republica Argentina. Pastor de Comunidad de Fé "Más ALTO", Escritor y Conferencista, Acompañante Terapéutico, Profesor de Música y Defensor de la Vida. Casado con Paula y padre de Tomás, Matías, Julieta y Paloma, mis ángeles. Busco constantemente ser una fuente de inspiración para otros.