Esta frase es muy común en los pueblos latinos, en la cultura popular se utiliza antes de iniciar un proyecto. Recuerdo que cada vez que comenzaba a contestar un examen pronunciaba este dicho. Me daba seguridad y confianza. Una sonrisa de éxito se dibujaba en mi rostro y me sentía alegre por el resultado. Claro, Dios actuaba cuando yo ponía de mi parte. Comprender este principio me llevó mucho tiempo, pues creía que Él hacia las cosas de una forma condicionada a mis anhelos y que conforme a mis capacidades podía solventar mis problemas. Sin embargo, Jehová es soberano y utiliza los recursos que menos imaginamos para ayudarnos o darnos una lección.
Jeremías 9: 23 nos dice: « No se alabe el sabio en su sabiduría, ni el valiente en su valentía…» La mayoría de las veces reaccionamos conforme a nuestras capacidades y talentos, nos olvidamos que Dios nos puede ayudar. La sabiduría humana se desvanece y la fuerza del hombre llega a su fin, todo es vanidad. Por mucho que nos afanemos, si perdemos el enfoque en Dios, nada sale bien.
Considerar el hecho de que la mano de Dios está con nosotros, significa estarse quieto y dejar que Él actué. La impaciencia nos controla y de una forma súbita actuamos sin dejar que nuestro Creador empiece. Líderes como Moisés, Josué, Gedeón, David y otros comprendieron que las batallas no se ganaban por tener un gran ejército de hombres valientes y diestros en el manejo de armas. Sus ejércitos fueron diezmados cuando pretendían luchar. Algunas veces por pastorear el pecado y otras porque Dios quería aumentar su fe.
La Biblia nos presenta muchos pasajes donde se hace referencia constantemente a operaciones matemáticas representadas por la sustracción del recurso humano. Esto lo pudo constatar, Gedeón, un personaje muy importante dentro del libro de Jueces, viviendo en una época en la cual la decadencia espiritual de Israel lo mantenía esclavizado a la idolatría pagana, pues había asimilado la vida y costumbres de los pueblos que no creían en Dios.
Las consecuencias no se hicieron esperar y comenzaron a ser oprimidos por el yugo extranjero, pueblos como los madianitas destruían sus cosechas y por lo tanto, estaban encarcelados en su propio territorio. Gedeón era un hombre escogido para una misión pero tenia muchos defectos que más tarde iban a ser solventados para su crecimiento espiritual. Dios no se fijó en sus debilidades, sino que puso su mirada en el potencial que estaba escondido en esa persona. A lo largo de la historia, la variable que se encuentra es como el Señor trabaja con la debilidad humana, busca siempre individuos que han sido marginados debido a escrúpulos sociales, sin embargo, una vez que fueron seleccionados como instrumentos útiles, desarrollaron grandes proezas y marcaron hitos a través de todo el accionar bíblico.
Al considerar cada una de esas etapas transcendentales, pienso que nuestro Creador utilizó una minoría para manifestar su poder. Le prohibió a David hacer un censo, porque quería demostrar su poderío, escogió únicamente doce discípulos para desarrollar su planificación evangelística, disminuyó el número de integrantes de la tribu de Israel y fueron seleccionados los nuevos habitantes de la Tierra Prometida. Gedeón experimentó ese tipo de situación cuando Dios mermó el ejército que destruiría a los pueblos invasores. Bajo las promesas de Dios comprendió que no era la cantidad lo que era importante, pues el poder divino se perfecciona en la debilidad. Ganó la batalla con pocos hombres y glorifico a Jehová, dando la honra al Todopoderoso.
Experimentamos en nuestra vida este tipo de situaciones, a veces creemos que los problemas que afrontamos necesitamos resolverlos con nuestra capacidad humana, con la ayuda de muchas personas y nos enfocamos en la asistencia colectiva, sin embargo nos olvidamos que la ayuda de nuestro Creador es la que nos hace salir del atolladero.
Dejemos que la mano de Dios controle nuestra vida y aprendamos a estar quietos.
Él no se olvida de nuestras ansiedades y problemas. Tan solo quiere actuar. Isaías 41: 13: «Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice no temas, yo te ayudo»
Bendiciones.