Una de las aves que mas admiro en la naturaleza es el águila. Desde niño escuchaba y leía historias acerca de la vida silvestre y me llamaba la atención como dominaba el espacio aéreo con una gran visión cazaba con agilidad sus presas. Otro de sus atractivos es su plumaje y su predilección por habitar en los lugares altos, además el proceso de rejuvenecimiento que efectúa cuando decide entre renovarse o morir.
Cuando observamos cada uno de los animales que están en la naturaleza y analizamos sus características y al igual que los fabulistas Esopo, Iriarte, Samaniego, Luis Andrés Zuñiga y otros, aplicamos las virtudes y defectos en la personalidad humana. Descubrimos que las abejas y las hormigas representan el trabajo , la serpiente al engaño y surgen otros asociaciones semánticas.
En nuestro trayecto espiritual, es común que al igual que el águila enfrentemos una serie de situaciones que disminuyen nuestro estado espiritual. La pérdida del primer amor, asociado con una vida compartida con el mundo, el enfriamiento y desinterés por ejecutar las ordenanzas bíblicas contribuyen a que el pecado se enseñoree sobre nuestras vidas.
La carrera cristiana no es una vida color de rosa, las luchas que se suscitan entre el espíritu y la carne se realiza todo el tiempo. La vida espiritual es un constante campo de batalla para convertirnos en triunfadores o perdedores. A lo largo de este camino hacia la madurez surgen etapas en las cuales el desanimo ha paralizado nuestro accionar y lentamente vamos perdiendo la perspectiva de éxito.
«Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, y los muchachos tropiezan y caen;pero los que confían en el Señor, renovarán sus fuerzas, volarán como las águilas correrán, no se fatigarán, caminará y no se cansarán »Isaías 40:30-31. Esta promesa es eficaz, cuando el cansancio nos abate, lo mejor que podemos hacer es declarar renovación, si volver a fortalecerse, así como cuando la batería de tu celular se ha agotado y conectas el cargador y de nuevo la potencia fluye. No debemos permitir que los sinsabores de la vida nos encarcelen y que nuestra mente este programada para decaer espiritualmente.
Hubo un profeta que un día se sintió casi como Gregorio Samsa, el personaje de «La Metamorfosis» se aisló y permitió que las amenazas del enemigo,le quitara toda su energía. Después de vencer a los profetas de Baal ahora era un frustrado perdedor. El aislamiento, la auto-compasión y el egocentrismo lo encadenaron a una situación crítica, estos síntomas de un decaimiento inciden en el desarrollo y crecimiento espiritual. No es fácil seguir en la carrera, pero Dios siempre nos alienta mediante otras personas, El utiliza los medios para mantener la fe de sus hijos.
Debemos renovarnos, llenar nuestra mente de pensamientos positivos y levantarnos con una sonrisa saludando al sol de la mañana. No dudo que han habido días difíciles en tu vida, en los cuales la mejor opción es quedarse acostado y esquivar la comunicación con los demás.Dios sabe que llegamos hasta esos extremos y por esa razón nos exhorta a salir de esa cueva, ya que al igual que al profeta, Dios nos ordena que nos levantemos, que descansemos, que llenemos nuestra copa porque El tiene una nueva misión para nosotros.
Sabes cuanta enseñanza podemos encontrar en la Biblia, Dios ha utilizado animales para exhortar al hombre y con el consejo sabio nos invita a crecer, a hacer barbecho en nuestro corazón para que la buena semilla siga creciendo hasta obtener un fruto bendecido.
Muchas veces me he sentido igual que tú, sin fuerzas espirituales, he perdido la visión y el interés por seguir en la carrera, pero cuando menos lo espero, la oración de los justos, y la comunión de los santos, mediante el poder del Espíritu Santo me hacen renacer como la hierba seca en tiempo de verano.
Si eres de las personas que se encuentra desanimado y sientes que tu vida ya no es la misma, levántate y deja que el poder restaurador de Jesús inunde la tierra árida de tu ser y muy pronto volverá a brotar sobre ti un renuevo espiritual. Experimenta nuevamente un vuelo en las alturas y vuelve a ser un triunfador.