La calle estaba rodeada de toneles de basura. El mal olor causaba nauseas. Todos los días recorría esa ruta. Mi abuelo me llevaba de paseo y cada vez que transitaba por esos lugares, me daba una pequeña lección. Pasábamos por una cuadra donde se encontraba una señora que estaba acostada en el piso. Mientras le regalaba un plato de comida y café, se detenía unos pocos minutos y platicaba con ella, dándoles consejos encaminados a la actividad laboriosa. Luego, veíamos a un señor ciego y él hacía lo mismo.Esta rutina la realizaba todos los sábados. Un día le pregunté:— ¿Hasta cuando terminarás está labor? . Su respuesta fue: — No lo sé, somos bendecidos para bendecir.
En la Biblia se nos indica que debemos ayudar a las personas necesitadas. .Hechos 20:35 « Es más bienaventurado dar que recibir». Qohélet nos presenta en Eclesiastés 11:1: « Echa tu pan en el agua y después lo hallarás». Esta acción asevera que cuando le damos a un necesitado, estamos sembrando para ser bendecidos posteriormente.
A nivel social, la proyección de organizaciones desarrollan políticas filantrópicas encaminadas a suplir las necesidades en tiempos de catástrofes o de calamidad doméstica. Existe una gran preocupación por socorrer a ese gran conglomerado de la población con bajos recursos. Sin embargo no se activa en el individuo la alternativa del desarrollo aprovechando todos los recursos posibles que se le ofrecen.
La repartición de los talentos nos muestra una idea de como aprovechar las oportunidades productivas para encaminarlas a la obtención de utilidades. A tres siervos se les repartió talentos, los dos primeros hicieron uso de las habilidades para multiplicar el talento, pero uno decidió no hacer nada. Cuando llegó el amo, premió a los dos primeros y castigó a ultimo.
La falta de iniciativa propia en los tiempos de escasez no fomenta la productividad. Algunos programas de asistencia social de los gobiernos lejos de contribuir al mejoramiento de la vida —proveyendo los medios necesarios para que las familias se auto-sostengan— las acondiciona a no ser productivos y por ende a esperar la caridad pública.
Creo que como iglesia tenemos que ayudar pero de manera equilibrada. Desarrollar actividades como huertos familiares, capaciatar en oficios artesanales, llevar a los barrios y colonias marginales brigadas médicas acompañadas de la palabra de Dios, pero también estructurar andamiajes que generen oportunidades para que estas personas sean emprendedoras y así puedan mejorar su calidad de vida.
El apóstol Pablo pudo vivir de las regalías que le ofrecían las iglesias, sin embargo decidió trabajar y ganarse la vida sin ser una carga para nadie. La aptitud al trabajo constante es una virtud que debemos cultivar en nuestras familias. Debe existir un equilibrio de tal manera que el afán no nos quite el tiempo para trabajar en la obra de Dios.
El ejemplo de las hormigas que trabajan de manera organizada, logrando acumular el recurso necesario que será una provisión en los tiempos de escasez, son modelos a seguir para que sean llevados al terreno de la práctica. Brindemos las oportunidades necesarias para ayudar a la realización integral de esas personas.
Muchas veces cerramos nuestros ojos y duramente tratamos a esas personas, ya que algunas utilizan la mendicidad como un «modus vivendi». Se mantienen de la caridad pública y tienen redes al estilo de la novela Oliverio Twist de Charles Dickens, en la cual explotan a un grupo de niños enseñándoles a apropiarse de lo ajeno. Como cristianos tenemos la misión de llegar como buenos samaritanos a esas personas con un perfil dinámico que los motive a salir de la miseria y enseñarles a descubrir que el triunfo es un producto del esfuerzo y sacrificio constante.
Nuestro reto es el de ayudarles a valerse según sus capacidades . Recordemos que :”Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día. Enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida.”