“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”
Gálatas 5:17
Hoy en día existen muchas cosas que tratan llenar nuestra vida, tratan de llamar nuestra atención, para que estemos enfocados en las cosas que no debemos, cosas que quizás ni pecado sean, pero que han venido a ocupar un espacio en nuestra vida, y que de repente comenzamos a estar tan alejados de vivir la vida que Dios quiere que vivamos.
Es una batalla que si libra en nuestro interior, una batalla entre hacer lo correcto o lo incorrecto, lo recto o lo torcido, entre lo que agrada y no agrada a Dios, y así pasamos la mayor parte de nuestra vida, deseando ser lo que Dios nos ha llamado a ser, pero batallando con cosas que en la mayoría de las veces logran doblegar nuestro corazón y caemos en el circulo vicioso de la derrota, de escondernos por no haber peleado lo suficiente, por no haber utilizado las estrategias correctas para por fin experimentar esa victoria que fue garantizada por la bendita cruz.
¿A qué nos enfrentamos?
Podría enlistar cualquier cantidad de situaciones o pecados con los cuales luchamos, pero creo que todo se resume en algo, luchamos contra nuestro propio orgullo, sí, el orgullo de no reconocer nuestra debilidad, con nuestro orgullo de seguir llevando una doble vida para poder mantener un perfil en la iglesia o la sociedad, donde somos líderes, amigos, novios (a), esposos (as), pastores, diáconos, o cualquier otro título que podamos tener, y así dejamos pasar el tiempo, creyendo que ese gigante que te abofetea se irá porque decidas ignorarlo, o porque quizás crees que eres incapaz de cambiar tu situación actual, has aceptado y recibido tantas derrotas que hasta te acostumbras a estar así.
Jesús el héroe de nuestra historia
Jesús vino a la tierra con muchos propósitos en general, pero con uno en específico, y era el de rescatarnos porque nos habíamos perdido como ovejas que no tienen pastor, “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino;… Isaías 53:6a” corríamos tras nuestros malos deseos y teníamos el corazón lleno de odio y rencor, corríamos lejos de su amor, arrastrados por la lujuria y perversión.
Pero hubo un momento, un instante donde nuestra vida encontró propósito, donde la batalla por nuestro amor fue ganada, donde tuvimos que dejar de pelear la única batalla que debíamos perder, y era la batalla contra la voluntad de Dios y sus planes para nuestras vidas, perdimos pero ganamos, suena hasta contradictorio, pero que glorioso día ese, cuando nos vimos rendidos ante su presencia, rendidos ante su amor. Es allí donde encontramos refugio para un corazón entristecido y manchado de tanto pecado acumulado por años y años de círculos viciosos y de adicciones.
¡El secreto es rendirse!
Si, el secreto para ganar esta lucha contra nuestro orgullo es rendirnos, rendirnos ante su majestad y ante su voluntad, que él sea el único que nos impresione para vivir apasionados por su causa, en ese momento cuando comencemos a llenarnos de él, comenzaremos a vaciarnos del mundo y de su oscuridad, comenzaremos a abrazar sus principios, para que estos se conviertan en valores en nuestras vidas, y de una forma casi natural, veremos cómo estaremos dándole un giro a nuestra existencia y seremos la mejor versión de nosotros mismos.
Hay buenas noticias
Aún hay esperanza para ti, no todo está perdido, como un productor de películas, Dios es capaz de editar esas partes difíciles de tu película llamada vida, y aunque el inicio haya sido malo, estoy seguro que te dará el mejor fin que te puedas imaginar.
“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.”
Jeremías 29:11