La escena era la misma, salía de casa y cruzaba aquellos callejones cundidos de pánico, caminaba tratando de no escuchar la voz de los burladores, sin embargo, sus oídos no resistían y caían vencidos por el desprecio de los conocidos y extraños.
Jabes era su nombre y desde que nació, supo lo que su apelativo significaba, dolor, dolor. Su vida se fue conjugando con la burla y el desaliento. Cada día era una hazaña, estaba esclavizado por la tristeza, el miedo, la amargura y el fracaso. No encontraba un sentido a la vida. No había puestas de sol, ni tampoco la luna y las estrellas brillaban en su vida. Las cosas parecían ir de mal en peor. Hasta que una vez levantó su rostro y lleno de fe se humilló delante de Dios. “Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.”1 Crónicas 4:9-10.
Su conversación fue breve pero llena de fe y optimismo, pidió a Dios ser bendecido y su prosperidad creció en gran manera. Como resultado Jabes cambió su destino y ahora tenía una vida nueva.
Al igual que Jabes, caminas por el mundo tratando de luchar contra todos las adversidades y te has sentido un perdedor, porque cada día que decides levantar tu cabeza y seguir luchando, nuevamente sales vencido. Has tratado de hacer muchas cosas para salir adelante, pero todo ha sido en vano. Las voces de aquellos que constantemente acechan tu caminar, te esclavizan y te tienen prisionero en la cárcel de la desesperación y la angustia. Algunas veces renegaste de tu existencia y tratas de castigarte con el desprecio y la amargura. David escribió en el salmo 42:5 «Porque te abates alma mía y porque te turbas delante de mí, espera en Dios, porque aun he de alabarle Dios mío y fortaleza mía. »
La única salida es hablar con Dios, Jabes lo hizo, y recibió una respuesta. La verdad es que nuestro Creador siempre está esperando esa plática, porque él quiere reconstruir tu vida y hacer de ti una pieza valiosa para ser usado en sus grandes propósitos. Jabes cambió su destino y tú puedes hacer lo mismo. Jesucristo vino para darnos una vida en abundancia y su invitación es constante. No sigas escuchando las voces de aquellos que te escarnecen con pensamientos negativos, al contrario, levántate y busca a Dios. Él siempre está dispuesto para atenderte. Si Jabes lo hizo y muchas personas también, ¿porque no lo haces tú?