“Desde que no me congrego en la iglesia estoy muy propenso a consumir pornografía, ojalá termine este maldito confinamiento lo más pronto”
Me llegó este mensaje de un integrante del grupo de apoyo que actualmente dirijo con varios hombres líderes cristianos de Latinoamérica, eran palabras llenas de frustración, enojo y desesperación, creo que más cargadas de ese último elemento, y es que en los últimos dos meses, algunos hemos sufrido más por la culpa que deja la pornografía en los cristianos que por la pandemia misma.
Realmente es una situación nueva para todos, estamos aprendiendo a penas cómo comportarnos, como reaccionar ante la convivencia diaria en casa, entre las tareas del hogar y del trabajo desde casa y en medio de todo este ajetreo, los pensamientos de lujuria no paran de llegar, y es que para la adicción pornográfica no hay confinamiento, no la podemos dejar escondida en la oficina en algún cajón oscuro, simplemente volverá a aparecer en el instante que nos descubra en un momento de soledad, de cansancio o de mucho estrés.
¿Cómo afrontar la pornografía en tiempos de coronavirus? ¿Qué hago con tanto tiempo libre y de momentos de soledad en mi casa?
Realmente la respuesta siempre ha sido la misma, ya que el verdadero problema del consumo pornográfico siempre pasará por las veredas que le hemos construido en nuestro cerebro durante mucho tiempo, y que aunque estemos en una situación de crisis, de encierro total, cual lobo voraz, saltará en tus pensamientos, invitándote nuevamente a caer en sus garras, comenzará como siempre, con algo “suave” para entrar en calor y poco a poco ir subiendo el nivel, con la única diferencia que quizás ahora tu esposa o familia estén al otro lado de la puerta. Sí, ahora estás en tu casa, no te puedes esconder mucho tiempo, y si lo has hecho, tarde o temprano van a comenzar a notar tu conducta. Como siempre lo hemos dicho en nuestros post, la pornografía comienza a abrir brechas de aislamiento social, casualmente lo que ha provocado el coronavirus, nos aísla de nuestras esposas, hijos, y poco a poco termina robándonos lo mejor de nuestra esencia
Este tiempo de confinamiento y encierro nos debe servir para valorar más el acompañamiento de las personas que nos aman, ¿qué tal si haces una rutina de ejercicios con tu esposa? ¿Qué tal si se turnan en la cocina para preparar los alimentos? Ves, hay muchas cosas importantes que hacer en casa, no pierdas más el tiempo en fantasías sexuales imaginarias, gastando tus energías en un hábito que no te ha dado nada bueno y sin embargo ha dejado una mancha de culpa y de soledad que se ha hecho más fuerte los últimos años.
Creo que esta temporada de confinamiento nos debe servir a todos, y más a aquellos que peleamos por nuestra integridad sexual, que nos pueda servir para reconectarnos a lo esencial, incluir a Dios sería la mejor forma para comenzar.