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Escrito el 05/10/2018 - 1:41am Por Carlos Hernández Zamora

Hoy en día, es muy común como las personas desahogan sus emociones en las redes sociales. Han encontrado espacios donde pueden comunicar los diferentes estados emocionales que experimentan y cada vez  lo convierten en un sentimiento de placer y alegría.

El buscar ser comprendido en una sociedad donde los padres de familia están esclavizados por las largas jornadas de trabajo y los problemas de una comunidad existencialista, favorece el crecimiento de una cultura alienada por el deseo de buscar comunicación en espacios virtuales.

 La mayor parte de los usuarios en Facebook son en su mayoría jóvenes, cada uno de ellos con un pensamiento diferente, con un problema asfixiante, con un deseo de ser tomado en cuenta y estar actualizado con todas las informaciones que se han publicado en los diferentes muros de sus amigos, por lo que existe un temor a quedarse desinformado de lo que está pasan constantemente en su ambiente virtual. Esto origina otro tipo de stress conocido como FOMO, acrónimo en inglés « Fear of missing out » en español: miedo de perderse algo, la verdad es que no se desaprovecha el momento para revisar un correo, un whassap, y no digamos el Facebook, todos estos comportamientos alienantes nos convierten en esclavos de la era de las redes sociales por lo que somos motivados a estar alertas para comunicarnos. La paradoja de todo esto, es que existe una incomunicación entre la propia familia. Nadie se habla, todo el mundo está atrapado en una pantalla, siguiendo las huellas virtuales que deja un usuario.

El celular ha conseguido separar a las familias, los niños no juegan al aire libre, los jóvenes y adultos se aíslan en su mundo.  El síndrome de Hikikimori, que se caracteriza por encerrarse en una habitación por espacios de tiempo indefinido, evitando comunicarse con el exterior, asistidos únicamente por la televisión y el Internet. Este fenómeno está causando graves problemas en países como Japón, y que en poco tiempo, serán comunes en nuestros países latinoamericanos. Como resultado hay un gran déficit de atención que contribuye a la falta de la formación emocional y social del individuo, en el caso de un niño, carece de afectos y de un ambiente familiar adecuado para el buen desarrollo de su personalidad.

El privar de un celular  a un joven genera una ansiedad que produce un comportamiento  depresivo, necesidad de estar activo en una red social, es una experiencia muy significativa con el propósito de ser aceptados en el ambiente viral.  Basta publicar una fotografía o una información, esperando un «me gusta» para mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, la parte negativa surge cuando se utiliza para denigrar a las personas, logrando con ellos el «cyberbullying» o la propagación del «sexting», y otros fenómenos colaterales que dañan la dignidad de las personas. Los medios de comunicación masiva como la radio y la televisión han presentado noticias de jóvenes que se han suicidado debido a la presión viral que se ha ejercido para destruir la imagen de la persona, razón por la cual una parte de la sociedad está preocupada por el gran número de daños que están sufriendo los jóvenes.

«Un dato impactante es que dentro de México la quinta causa de muerte en los jóvenes son las redes sociales, de esta forma vemos cómo un avance tecnológico tan útil puede tener un uso destructivo. El acoso cibernético puede llegar a causar depresión y graves niveles de ansiedad en los adolescentes, lo que eventualmente puede llevar a un suicidio.» https://www.merca20.com/el-cyberbullying-en-redes-sociales-es-la-quinta-causa-de-muerte-entre-los-jovenes/

Creo que este y otros problemas son producto de la falta de comunicación entre padres e hijos, los cuales no  pueden estar a la merced de la TV y el celular para moldear su personalidad. En una cultura donde lo malo es bueno y lo bueno es malo, según Isaías 5:20, no es nada fácil mantener un sistema de valores para desechar todo aquello que pueda destruir tu personalidad de joven. John Maxwell en sus lecciones de liderazgo está capacitando un gran equipo de voluntarios cuya misión es enseñar y cultivar los valores en América. Al parecer su propósito va encaminado a fortalecer las estructuras de la familia para   unificarlas de manera integral.

Los gobiernos deben preocuparse por difundir los valores morales, cívicos y espirituales  y utilizar los medios de comunicación, para supervisar la programación con un contenido anti-familiar y promover el pensamiento positivo.

¿Qué moldea a nuestra sociedad? Los publicistas estudian la psicología del consumidor, le presentan estímulos que de manera subliminal o directa logran producir una respuesta condicionada para provocar una necesidad basada en la sugestión o imitación. Y es en este tipo de propósito comunicativo donde la música, las modas, las películas ejercen una poderosa influencia alienante sobre la juventud. La infiltración de ideologías que van en contra de los valores y por supuesto una revolución contra las buenas costumbres.

Cada vez que leo el Salmo 1, medito sobre la forma de comportarse, no seguir la corriente del mundo que destruye, no ponerse a su nivel, ni tampoco dejarse aconsejar por la influencia negativa. No vivimos en una burbuja, estamos constantemente en batalla, mentalmente estamos peleando todo el tiempo contra los dardos de pensamientos negativos que tratan de formar un patrón de conducta que luego se convertirán en malos hábitos, hasta producir  un comportamiento de vida destructor.

Es necesario ser un modelo de pensamientos positivos que puedan contagiar a otros, los jóvenes necesitan dirección y la manera de guiarlos por el buen camino es mantener una  atmósfera de comprensión y comunicación, con el propósito de facilitar ese tipo de formación positiva.

 

Somos los responsables de construir los cimientos sólidos de una sociedad  de niños y jóvenes que van a cambiar el mundo, pero para ello, el cambio debe empezar por nosotros como adultos, reconociendo nuestros errores y ser anuentes al cambio positivo. No podemos cambiar al mundo si nosotros no hemos cambiado.

Volvamos al poder transformador de Dios que como barro en las manos del alfarero, logrará moldear nuestra vida hasta convertirnos en un vaso útil en su obra.

Acerca del autor

Educador de generaciones, orientado al estudio de la literatura y lenguas extranjeras. Me agrada escribir cuentos y ensayos. Creo en las capacidades de las personas para salir adelante. Analítico en las problemáticas sociales. Constante en el estudio, pues sé que un pueblo educado es un ente libre de la ignorancia. Aficionado a la tecnología, lector activo y participativo de la Biblia. Bloguero de Onda Exclusiva en la sección de «vida cristiana» y «acción social».